Es un producto de temporada que podemos encontrar en tiendas y mercados de junio a octubre, alargándose en ocasiones hasta mediados de noviembre. Para una calidad óptima es necesario que se cultive a una altitud inferior a 450 metros, con temperaturas suaves y un alto grado de humedad y pluviosidad. Esta calidad está garantizada en las guindillas de Ibarra que cuentan con el sello Eusko Label, tanto la piparra fresca como su versión en conserva.
Su piel fina, textura tierna y suave sabor la hacen un producto cada vez más apreciado. De hecho también se les conoce popularmente como “angulas o langostinos de Ibarra”.
Es un producto que ofrece muchas posibilidades culinarias. La piparra fresca de temporada se suele consumir salteada con un poco de sal, como aperitivo, bien solas o con productos en salazón como anchoas, o como guarnición de carnes y pescados a la plancha. Y las encurtidas son ideales para acompañar guisos y legumbres, o para preparar pintxos como las famosas “gildas”.